El 8 de Agosto de 2022, Chili, Umi y yo nos subimos a un avión para empezar nuestro primer Roguatata de a 3.
El plan: Vivir aproximadamente 10 meses en Ithaca, en el estado de Nueva York. Durante esos diez meses yo estudiaría un masterado en Economía Aplicada, Chili se encargaría de ella misma, de Umi y de mi (quizás le daría el cuero para estudiar algo, no sabíamos) y Umi… armaría quilombo y nos alegraría la vida.
Y nos fuimos, una vez más. Solo que en vez de llevar mochilas llevamos un Umi.
El plan funcionó perfectamente: Umi quilombeó, Chili se encargó de lo que le dio el cuero y Joseto estudió.
Hoy, me encuentro con ganas de escribir acerca de este nuevo Roguatata y en particular algunas cosas que aprendí (o aprendimos) durante estos 9 meses.
El post se me hizo un poco largo, así que lo dividí en dos partes.
Nueva habilidad descubierta: MEGA Extrañación!
Cómo se siente levantar la copa del mundo, ser el campeón?
Cómo se siente que te chuten cuando estás enamorado?
Alguien puede describirme las emociones que tuvo cuando su hijo le dijo que sería abuelo?
No importan las respuestas a estas preguntas. Las respuestas serán únicas y, al mismo tiempo, relativamente generales. Únicas porque el contexto, la historia y la personalidad del individuo confieren una experiencia irrepetible, única. Y relativamente general porque si comparamos las respuestas de varias personas, estas tendrán elementos o componentes similares, como si fueran todas parte del mismo estilo de música (jazz, samba, salsa) pero cada artista le pone su estilo y letra.
Estos sentimientos, imposibles de sentir a menos que uno los viva son la base de este aprendizaje -> Cómo se siente estar lejos de tu esposa adorada e hijo chiquitito durante meses? Chiquitito el es <3.
Cuando decidimos que Chili y Umi volverían a Paraguay unos 4 meses antes que yo (volvieron a inicios de Febrero, yo me quedo hasta inicios de Junio), tanto Chili como yo nos imaginamos lo que sentiríamos. Cómo nos extrañaríamos y buscaríamos a la distancia.
Lo que yo aprendí es que lo que imaginé que sentiría NO TIENE NADA QUE VER CON LO QUE REALMENTE SIENTO.
No sabía que se podía extrañar tanto. (Punto).
Era un absoluto ignorante al respecto. Y que sorpresa más agridulce fue esto.
Umi Ulises jugando a ser uno con el otoño ithacaense
Mi pobre cerebro y corazón no podían imaginar esto. Esto de la mega extrañación. No me daba el cuero. Mi empatía no estaba entrenada para poder visualizar estas emociones. Esto me pegó como una patada voladora de Van Damme en la jeta. Vamos… Quien me conoce sabe que me alejé de mis amigos y familia en múltiples ocasiones por periodos relativamente largos: a los 11 por 3 meses, a los 15 de vuelta, a los 20 de mochila, a los 28 otro viaje largo y luego casi 2 años con Roguatata. Además, trabajé en Amambay y el Chaco durante años, viendo a la gente que más amo solo cada 10 o 15 o 30 días, y tan solo por unas pocas horas. En todas estas ocasiones yo me despedía con un “Chau, los quiero mucho”, sincero, pero casual, como que “no pasa nada, ya nos vemos”. Lo que yo definía como extrañar pueden visualizarlo como una tierna marmota agarrada de otra marmota mientras siestean: No se sentía tan lejos, no necesitás abrir los ojos para saber que todo está bien, te podés dejar llevar por la corriente. Este es otro animal. Esta extrañación se siente como que todas las camionetas del ejercito de Inmortan Joe (Mad Max, 2015) te pasen por encima con música heavy metal de fondo y fuego y humo saliendo de todos los caños que existen. Sencillamente… te destruye.
A pesar de esto, el sentimiento es muy interesante, porque es doloroso y gratificante al mismo tiempo. Quizás esto es exactamente lo que siente un masoquista cuando le patean los huevos mientras le dicen: “Sos un gusano asqueroso y prepárate para unas 10 patadas más. Gusano ingrato innoble!”. No estoy muy seguro de esta comparación, habría que preguntarle a un gusano innoble.
Doloroso
Estar lejos de Umi y Chili se siente… como si fuese un estúpido. Como si hubiera tomado la peor decisión de mi vida: no estar cerca de aquellos que amo hasta el tuétano. También se siente, vacío, como sin propósito, si no puedo compartir lo que sea que estoy viviendo con ellos. Por último, es algo medio primitivo. La ausencia se siente FÍSICAMENTE. En la piel que busca y no encuentra, en la silla vacía, en la oscuridad del departamento, en el frío que es más frío, en la busqueda de la pancita que no está, en los juguetes que se quedaron quietos, en mi silencio y en las músicas que desatan y sueltan todo lo que llevo dentro con un par de acordes.
Me encuentro a mi mismo convertido en un mendigo.
Un mendigo de fotos de Umi.
Un mendigo de su voz.
Un mendigo de una sonrisita, un beso diciendo MUA!
Un mendigo de su atención.
Un paseo con Umi y Chili. El autobuuuuus de Umi debía ser considerado en la planificación del tiempo. Lo que debería tardar 5 minutos se convierte en ABSOLUTA INCERTIDUMBRE. Hasta eso se extraña…
Gratificante
Por otro lado… se siente bien amar tanto. Se siente bien sentir esta ausencia. Me da perspectiva. Desafía mis valores, mis decisiones, mis paradigmas. Me encanta tener este nuevo parámetro, esta nueva manera de sentir. Y sé, que esto va a modelar mis futuras decisiones, no puedo desaprender esto.
Es difícil de explicar… pero quizás se pueda entender de esta forma: existe un grado de ignorancia (la “mayor”, digamos) que incluye aquello que no sabés que no sabés. Básicamente, yo no sabía que no sabía que existía esta emoción. El saber que existe, el hecho de que esté presente una nueva manera de sentir, desafía mi manera de percibir el mundo hasta la fecha. Y esta nueva manera de ver el mundo (con una extrañación extrema) es más interesante, más completa, más dolorosa y al mismo tiempo más amorosa que la anterior. Y eso me parece interesante, y me encanta. ME SIRVE.
Me hace recordar ciertas conversaciones que teníamos entre amigos y amigas a los veintialgo y en adelante. Imaginense unos veinteañeros, veteranos de muchas batallas amorosas, con cicatrices, parches y tatuajes, discutiendo sobre el amor. Y en esas conversaciones escuché (y aún escucho) muchas veces algo parecido a esto: “Voy a ir despacio / No me quiero enamorar / Estoy jodiendo nomás, sabes como soy, no me entrego yo / Ni cagando me meto de cabeza” -> Una suerte de apretar el acelerador con el freno de mano puesto. La justificación de estas sabias decisiones mencionadas en la conversación: corazones rotos, cuernos, falsas expectativas, rechazos, etc. Llamenle como quieran, pero se puede resumir con esta palabra: DOLOR. Los consejos de no meterse de lleno, son un camino para evitar ese posible (casi inebitable) dolor. Nunca entendí muy bien esta manera de encarar las relaciones (y no solo las amorosas). Yo quiero ese dolor. Lo abrazo, lo busco, lo vivo y lo lloro.
Por dos razones amo ese dolor.
Primero, porque es el precio. Si ese es el precio que hay que pagar, lo pago una y mil veces. Sencillamente vale la pena el dolor si ese es el precio por amar y entregarse y tener fé y creer y meterse gente dentro de la piel para que sea parte de uno. Creo que NO estamos aquí para ser medias tintas, para tocar el agua solo con la punta de los pies. Y entiendo que a muchos estos párrafos pueden sonarles como un ataque a sus creencias o el discurso del bobo del pueblo encima de un cajón de manzanas, a ellos solo les digo lo siguiente: somos grandes, tomen lo que les sirva, tiren el resto.
Segundo, porque me hace sentir vivo. No me imagino una vida distinta. Lo siento. Creo que soy bastante creativo e imaginativo, pero no puedo conectarme con una manera de vivir distinta, no la puedo visualizar. La entrega tan hermosa (y el dolor subsecuente) son mi sangre. Mi sangre. Es parte de lo que es vivir y del porqué vale la pena vivir.
Para terminar, esta extrañación tan intensa destapó un último descubrimiento inesperado. Esta nueva emoción, no solo me conecta a Umi y Chili. También me conecta a Clara Rosa (mamá). Me acerca a ella, con un guiño complice, con un gesto de tahúres. Me veo caminando con ella de manera sincronizada. Siento que tengo un nuevo idioma secreto para conversar con mamá. Un idioma denso, perfumado y hermoso.
Nada mejor que una charla con mate. Obvio, que nos salimos un ratito nomás para cambiar la yerba y sacar la foto, porque no hay mate que aguante ahí afuera.
El post puede dar la impresión de que me pasé llorando estos meses sin ellos. No fue así. Es más, la pasé genial, a pesar del dolor y la extrañación.
Pueden verlo de una manera muy pragmática: si ya decidiste pagar un precio MUY caro por una comida en un restaurante de lujo… y más vale que la disfrutes, no? Si estas comiendo ese pedazo de costilla que se deshace en tu boca y lo único en lo que estás pensando es en el precio y alguna otra boludez que te impida saborearla, la cagaste hermano. La cagaste fuertísimo.
No tiene sentido ese “sacrificio” (para llamarlo de alguna manera), si no nos permite a todos los involucrados sacar lo mejor de la situación. En otras palabras, la ausencia de Chili y Umi, lo que significó para mí, es que tenía que estar muy atento a pasarla bien y aprovechar este tiempo para mí.
Y lo hice. Con creces.
Vine a estudiar economía aplicada a Ithaca, y me encontré con este aprendizaje, de manera inesperada.
carmenlidia says
Entiendo ese dolor de amor alejado. Estar alla y querer estar aqui o viceversa. Y mirar algunas fotos que se mezclan en un donde era eso? o cuando fue? Pero me gusto la comparacion de ir a un restaurant y disfrutar de la comida de ese momento. enjoy it!