Las últimas dos semanas de noviembre las vivimos de la siguiente manera:
- Llegamos a Houston, Texas, volando desde Washington D.C., poco después estábamos descorchando una cerveza con Jean en su casa
- Nos tomamos un ómnibus ida y vuelta para conocer Nueva Orleans, Luisiana, una de las ciudades que “podes visitar a pie” de EE.UU.
- Pasamos el Día de Acción de Gracias en Houston nuevamente, pero alquilamos un auto y al día siguiente viajamos
- Manejamos 1890 km en dos días con el siguiente recorrido: Houston, San Antonio, El Paso, Tucson, Phoenix. Atravesamos 3 Estados: Texas, Nuevo México y Arizona. Claro que circunvalamos las ciudades grandes. Las rutas: el sueño hecho realidad de todo camionero, salvo por la falta de chiperas y copetines con picadito de carne
- En Phoenix nos esperaba nuestro amigo Edward, a quien conocimos en Costa Rica tomando ron. El nos llevó a conocer una pequeña ciudad llamada Sedona, al norte de Arizona y al Cañón del Colorado y otros sitios
Más abajo, cortito como patada de chancho, un relato sobre cada ciudad y como las vivimos.
Ruta X en Arizona. No teníamos la ropa adecuada para el frío ni la nieve. Jamás importó, fuimos a ver el Cañon del Colorado con nieve y viento y ganas y ganas y ganas
Houston, Texas
Houston es inmensa… Nos quedamos a una hora del centro de Houston (unos 60 km!) en un barrio o mejor dicho suburbio llamado “The Woodlands”. Fuimos solo 4 veces hacia el centro de la ciudad: 1) Para pasearnos, 2 y 3) para tomar el micro a Nueva Orleans y cuando volvimos y 4) Cuando fuimos a la cena de Thanks Giving.
La verdad… lo poco que vimos nos encantó: nos pasamos un día en el museo de Ciencias Naturales aprendiendo un montón de cosas que jamás tendrán uso práctico en nuestras vidas, pero que no dejan de ser fascinantes, nos paseamos en el parque Hermann Park, caminamos por barrios no tan lindos para cortarme el pelo entre otras cosas.
Pero por lejos lo mejor fue pasar tiempo con Fa, Sansa, Pierre y Jean.
Vereda cualquiera en Houston, nos fascinó la arboleda y la sombra
Contexto: Jean fue con quien hice mi primer viaje de mochila: cuando tenía 20 años fuimos al Machu Picchu. Una travesía de un mes que arrancó con un asado de alitas de pollo y mucha birra en Pedro Juan Caballero, se dio unos chapuzones en Bonito, tomó un tren de 23 horas desde Puerto Quijarro hasta Santa Cruz, sobrevivió el apunamiento y el ron en La Paz, mascó coca y tomo birra a temperatura ambiente en boliches bolivianos que quiero olvidar, visitó la Isla de La Luna y montañas sin nombre en el Titikaka, hizo rafting cerca de Cuzco, caminó 3 días en el Camino del Inca, usó una letrina en los Andes en total oscuridad (rezando por tener equilibrio y buena puntería), durmió una siesta en el Machu Picchu, tragó polvo y sal en Uyuni y finalmente volvió cruzando el Chaco con hambre y sed hasta Asunción. Ese es más o menos el contexto para entender que significaba para mi ver a esa familia… entre otras historias que incluyen música electrónica, fútbol y playas brasileñas.
No lo voy a negar, Houston… para nosotros era más estar con ellos que “visitar Houston”.
Hermann Park en el Museum District. En la 1. estoy imitando a Federer cuando señala un foco quemado. En la 2. es cuando Federer se da cuenta de que había sido son dos focos los que están quemados. La 3. es el salto y grito que hacía todos los días cuando me despierto, tuve que suspender esa costumbre cuando viví en una carpa por unos meses en el Chaco. Diganme si en la sombra Joseto y Spiderman no son idénticos!!!!?
Tocando una pequeña madera-roca
Caminando en el Hermann Park, en el fondo el Miller Outdoor Theatre. La colinita estaba llena de niños rodando y mareandosé, gente trotando y en general juegos y risas
Por lo tanto, si me preguntan algo de la ciudad, lo que les puedo decir es:
- La carne sabe bien (sabe a carne, no a cartón como en otro lugares) y su precio es razonable. En 9 meses de viaje… esta combinación no se aplica a ningún supermercado que visitamos
- El museo de Ciencias es el sueño mojado de todo nerd que se autodenomine así (o que sea señalado como tal por sus compañeros de clase aunque el se niegue a aceptarlo). Está buenísimo >:P
- Los tejanos tienen un fetiche con las camionetas gigantes… y los estacionamientos están preparados para eso. El despilfarro de espacio de estacionamiento es espantoso. Haber si me explico: PONEN LAS LÍNEAS PARA ESTACIONAR CADA 6 METROS Y MEDIO!
- El clima en noviembre era cálido, súper agradable, ideal para estar afuera haciendo cualquier cosa que se te ocurra, aunque considerando que se trata de Texas, la mejor actividad tendría que incluir: caballos, sombreros de cowboys, miradas al atardecer y la música de Marlboro (tuduuuu… dududuuuuduuuuu… tuduuu dududuuuu)
- Tiene un lugar especial en mi corazón porque ahí descubrí lo que era una cerveza IPA y lo mucho que me gusta. Para quienes les gustan las birras amargas: sin muchas vueltas ni palabrería experta, prueben una IPA y punto
- Sabíamos que había muchas cosas que hacer y visitar y ver… lo vimos en internet, pero jamás nos importó, quizás en otra ocasión
Experiencia de Houston, Texas: sentirnos en familia, como si no hubiesen pasado muchos años ni miles de kilómetros de distancia.
Con Fa y Sansa que nos choferearon, lo más lindo de esta foto mide menos de un metro y no está mirando a la cámara
Noche de recuerdos con Jean, Chili tuvo que escuchar un montón de anécdotas vergonzosas. El bar al que fuimos: el más purete de Houston. No tengo idea del nombre. El título de “bar más purete” de una ciudad es otorgado por Joseto y Chili según sus caprichos
Arrebatada por la galante pose de Sam Houston sobre su corcel, Chili me obligó a que haga un baile en su honor…
Nueva Orleans, Luisiana
Solo estuvimos dos días en el centro de Nueva Orleans debido a un error de cálculos por parte de Joseto: usé mal una página de hoteles y terminamos durmiendo bien lejos de la ciudad, perdimos un día porque me piché y otro descubriendo como ir al centro sin gastar una fortuna (estábamos tan lejos que ni siquiera venían los conductores de Uber!).
En esos dos días (en vez de 4), intentamos sacarle el jugo y nos caminamos todo.
Secuencia de fotos que refleja más o menos donde nos quedamos. En la 1. saliendo del hotel, que está a unos 400 metros atrás, para caminar unos 1,5 km hasta la parada de bus. La 2. nos da una idea de los paisajes y bellezas naturales que cruzamos durante la caminata. La 3. dibuja a una Chili descubriendo la parada… EN MEDIO DE LA NADA. La 4. tiene a una bella mujer paraguaya esperando un rato el micro, arte en el cual estamos bien entrenados a esta altura
Conversando con Chili, coincidimos en lo que más nos gustó: La onda que tiene. La ciudad tiene un aire medio bohemio, artístico, relajado, que te invita a tomar una cerveza a cualquier hora del día. Obviamente, hicimos eso, nos dedicamos a tomar unas cuantas cervezas a la siesta en un bar, que descubrimos luego, ostentaba banderas de arco iris. Tomamos otras a la noche y así…
En la Jackson Plaza abundan los pintores y músicos, también hay gente haciendo malabarismos, algunas personas durmiendo en el pasto, bateristas con basureros de plástico como tambores, lectores de la mano y del tarot, vendedores de comics, de antigüedades, de medallas y de amuletos. Todo esto contenido entre dos edificios rojos idénticos/gemelos, los edificios Pontalba, obviamente con sus balcones, la Catedral de St. Luis y el Washington Artillery Park donde presenciamos una propuesta de matrimonio “ao vivo”.
En el parque Louis Amstrong descubrimos una plaza llamada “Congo Square” donde los esclavos tocaban músicas africanas y hacían culto a dioses lejanos, árboles con troncos inmensos y sombra deliciosa con ardillitas de tres colores distintos (marrones, negras y grises).
Vista de la Jackson Plaza, desde la catedral. La gente en sillas son los lectores de mano o del tarot, lo cual hace muy práctico todo: podés averiguar tus futuros pecados y confesarte por adelantado para ahorrar tiempo
Una siestita en el parque más famoso de la ciudad, rodeado de miles de personas… seee, por qué no?
Levitachili practicando sus artes jedi frente a la entrada principal del Armstrong Park
Las calles en el barrio francés son angostas, adoquinadas, el 100% de las casas y bares parecen de más de 100 años, con balcones omnipresentes, columnas esbeltas de hierro y barandas negras curvas y adornadas. De noche, cuando la música invade la Bourboun Street, percibimos algo que no habíamos visto en los EE.UU.: la gente caminaba con sus bebidas en las manos. Poco a poco fuimos cayendo en cuenta de que estábamos en la calle farrística del país (eso, los cabarets, la cantidad de bares y los sex shops creo que nos dieron una pista).
Una iglesia solemne y silenciosa, galerías de arte con cangrejos y langostas pintadas sobre ventanas o tejas, locales con garras de cocodrilos, mal de ojos y chucherías, el olor a bichos de mar o de río y una tienda enorme en la que solo vendían salsas picantes (y en donde podías probarlos TODOS). Bares y blues y gente pachá, caminando como desafiando al resto de los yankis, pausadamente y sin apuros. Eso y más.
Eran como las dos de la tarde, ya entraban unas frías… Aclaración los cuadros de arriba son TVs con videoclips que sí coincidían con el rock y pop de los 80s y 90s que sonaba
Con músico, flor, anillo, rodillita, clima impecable, escenario inmejorable y público que viajó de lejos para verlos… ella dijo que sí y obviamente vivieron felices para siempre
Que onda más refrescante, peculiar, única. Nueva Orleans es ese amigo quilombero que hace que las farras sean más divertidas, pero que cuando quiere hablarte en serio te sale con unas creencias y unos conocimientos profundos e inesperados. Rompe los moldes. Y lo querés aún más por eso.
Experiencia de Nueva Orleans, Luisiana: El blues y el jazz tomaron forma de ladrillos y tejas y adoquines y se convirtió en ciudad.
El primer salto no me convenció, entonces probé de vuelta. El segundo salto me dejó un moretón… y Chili en vez de ayudarme me sacó un montón de fotos (varias movidas porque no paraba de reirse)
Sí, es exactamente para lo que estoy usandolo y sí, es la pata de un aligator y sí, son cabecitas de aligatorsitos. Y después se espantan viendo cuando alguien come un saltamontes…
…
Sedona, Arizona
Edward tiene barba, anteojos, normalmente un cigarro en la mano o en la boca, un refinado y entrenado sarcasmo y una sonrisa contagiosa. También tiene más de 65 años y la energía de alguien de la mitad de su edad.
Fue a buscarnos al sitio donde dejamos el auto alquilado e inmediatamente encendió un cigarro para celebrar el reencuentro. En realidad fuma varios cigarros por día, pero me quiero decir a mi mismo que ese primer cigarro reencontrero fue especial para el.
Con Edward y uno de sus cigarros en Sedona. El paisaje de fondo: unos cientos de miles de toneladas de roca roja que quedan muy bien como paisaje al hacer contraste con el cielo y nuestras miradas
Pasamos unas cuantas horas en Phoenix, donde conocimos a su familia, todos espectaculares: su mamá Amelia (que con más de setenta años viajó con su nieta a China), su hija Megan (preciosa y con el buen humor de su padre), su esposa Robin (que además de ser un amor nos alimentó), sus nietas Amelia y Clara (adorables) y a su yerno Lloyd (a quien le sorprendía nuestro viaje a pesar de tener por esposa a una super aventurera como Megan).
Poco después estábamos viajando a una ciudad que jamás habíamos escuchado en nuestras vidas: Sedona. La zona de Sedona es similar a lo que verías en los capítulos del Correcaminos: rocas gigantescas, rojas como si hubiesen salido a la fuerza del centro de la Tierra, arbustos bajos con ramas nudosas y hojitas pequeñas, cactus centenarios llamados saguaros que tienen más de 15 metros de altura. En palabras de Chili: “el paisaje de Sedona es una de las cosas mas hermosas e impresionantes que vi hasta ahora en este viaje…”
Chili y Edward mirando nosequé, en el camino a Sedona, puse un arcoirisito en el medio para que haya más color
Un pedacito del Gran Cañón del Colorado, tiene casi 450 km de largo y más de una milla de caída hasta el río… sacarle una foto es como intentar escribir un libro de poesías con solo dos consonantes. Solo recordarlo me deja bobo
Durante nuestros días en Sedona visitamos algunos sitios que son famosos por sus formaciones rocosas que tienen nombres según a que se asemejan, por ejemplo: Snoopy, Cathedral, Belle, Coffeepot y así. Entramos a tiendas que eran prácticamente museos, debido a que podías comprar madera fosilizada, amatistas del tamaño de puffs y cornamentas de animales prehistóricos. Nos pasamos las noches tomando ron y charlando con Edward, hablando de Paraguay y de los Estados Unidos, de su vida y de nuestro viaje, de nuestras familias, del frío y de lo rico que es el ron con especias. Tuvimos frío en la lluvia y en la nieve y eramos felices con todo lo que esté caliente: el chocolate, el asiento del auto, el café y nuestras gargantas luego de un trago de ron. Probamos un par de comidas inesperadas: comimos cactus, bisonte y víbora cascabel (lo más rico fue el cactus!?). Manejamos sobre “hielo negro” (black ice), nos fascinamos ante la nieve que lo tapaba todo como una sábana en el camino a Flagstaff y visitamos el Gran Cañón del Colorado (¡!!!!!!) con su hermano Mark. Finalmente, antes de subirnos al avión rumbo a San Francisco, fuimos a conocer una suerte de laguna, más bien un cenote, llamado Moktezuma Well con las ruinas de sus anteriores habitantes, los sinagua, que en realidad se deberían haber llamado los CONagua porque tenían muchísima agua en el pozo ese (oj oj oj).
La Capilla de la Santa Cruz, en colores terracota, como saliendo de las rocas. No somos religiosos con Chili, pero ese lugar tenía algo. Algo que no se puede tocar pero sí sentir. Tanto así que fuimos dos veces al sitio, tan solo para estar ahí (sera por que es un VORTEX?)
Velas en la Capilla de la Santa Cruz, con una María espectacular. Les digo, ese sitio tiene algo
El Moctezuma Well, donde vivían los sinaguas y cliffhangers, en la sombra si se fijan con atención se pueden ver casas al borde del precipicio
Nuestro viaje con Edward fue, para nosotros, una aventura total. Por primera vez, en meses, cedíamos el control de nuestro destino y nos dejamos llevar a lugares de los que no teníamos idea, cuando sea, como sea. Encima se trataba de convivir con alguien que casi nos doblaba en edad, con una experiencia de vida tan similar a la nuestra como la de un monje tibetano con una planta de cacao nicaragüense!
Nuestras conversaciones tuvieron todos los colores y todas las profundidades: desde chistes groseros y fáciles, pasando a otras que no podían darse sin lagrimones, hasta las que comienzan con “creo que esto nunca lo dije en voz alta”.
El Gran Cañón del Colorado no entra en su nombre, no entra en esta oración, ni en un párrafo, ni en una página, ninguna foto ni vídeo le hace justicia. Quizás un documental o un libro con fotos pueda empezar a rozar el tema.
Fueron días intensos, cargados de emoción, de viento frío y húmedo, de humanidad cálida y generosa, de intentar ponernos en unos zapatos extraños, de ver el Paraguay con otros ojos y ver los Estados Unidos con anteojos.
Experiencia de Sedona, Arizona: deslumbrados ante la generosidad humana, la riqueza de una conversación con atención y sin agendas, y por último la belleza/grandiosidad del #*($*&& XXL Cañon del Colorado.
Una cosa más, muy importante. Prometí, ME PROMETÍ, navegar allá abajo, navegar el Río Colorado. Averigüe, puedo hacerlo en una semana más o menos, de punta a punta y claro… LO VOY A HACER 🙂
Edward explicandole a Chili que en esas rocas era las que usaba Lucky Luke para cantar su cancioncita al atardecer: “I’m a poor lonesome cowboy and a long way from home…” al final de cada cómic
Joseto Baratheon, first of his name, King of the Andals, the Rhoynar and the First Men… “Ours is the empanada!”
Meditando con E.T. y un barbudo fumanchon
El Gran Cañón parece un arroyito de morondanga frente a esa sonrisa. Te amo Chili. Vamos a ver si lee esta parte y edita… Edición: JOSE TOMAAAAAS! jijijijiji
Con Edward y su hermano Mark en una parte nevada del Gran Cañón, que estaba totalmente fuera de nuestro itinerario. Ellos, y en particular Edward, hicieron posibles las fotos, recuerdos y aprendizajes de más arriba… Gracias, gracias y gracias! 🙂
Alejandro says
Yo quiero ir a navegar el Colorado contigo!!!
Joseto says
Vamos Ale, en serio. No es tan caro como me imaginaba… Vamos en 2 o 3 años. Ya está